En Omatech, una de las fechas más alocadas y con más tradición es el día de la Omafarra. El día de la Omafarra es una jornada para pasarlo bien, reír mucho y descansar durante unas horas de la dinámica del día a día y los proyectos que tenemos en marcha. El año pasado nos la saltamos porque no hubo manera de cuadrar el calendario de todo el equipo así que este año lo esperábamos con más ilusión que nunca.

El horario del día de la Omafarra ya se ha convertido en un clásico. Nos reunimos a primera hora en Omatech y nos pusimos en camino hacia el Karting de Sils donde nos esperaba un bocadillo de butifarra para desayunar. Con los depósitos llenos de energía empezamos los entrenamientos libres. Las primeras vueltas nos sirvieron para familiarizarnos con el kart y para conocer el recorrido. Como la mayoría ya teníamos el circuito casi memorizado rápidamente perdimos el miedo y se vieron los primeros derrapes, salidas de pista y adelantamientos temerarios. De hecho, pese a los insistentes reproches del supervisor de pista, esta fue la tónica de toda la mañana. Después de los entrenamientos libres y sin tiempo de descansar llegaron las series cronometradas. El crono es imparcial pero especialmente cruel para algunos que vimos como nuestras esperanzas de victoria se esfumaban a lineas de distancia de la ‘pole position‘. La carrera final fue trepidante, los lideres marcaron diferencias des del principio pero como un solo error podía suponer perder muchas posiciones, la emoción se mantuvo hasta la bandera de cuadros blancos y negros.

Con la adrenalina que nos salía por las orejas cogimos los coches para dirigirnos hacia Sant Miquel de Campmajor donde comimos y nos relajamos en la hierba mientras esperábamos la hora para empezar el PaintBall. Equipados con el mono, la máscara de protección y la marcadora pasamos tres horas de acción extrema. El equipo azul aplastó sin piedad al equipo verde, pero el número de moratones y rojeces se distribuyó casi equitativamente entre todo Omatech. Después de unos quince combates en diferentes escenarios, el duelo final fue en formato ‘death match‘ en la zona de la pirámide maya. Tenemos suerte del siguiente documento gráfico que ilustra la épica batalla final..

Una ducha regeneradora nos ayudo a tomar el impulso necesario para coger los coches y volver a Barcelona. Teníamos mesa reservada al ‘Memorias de China’ un restaurante chino extraordinario. Disfrutamos de un menú exquisito, un trato excelente y aún nos quedaron fuerzas para tomar unas copitas e irnos de parranda. Evidentemente llegado a este punto de la noche aplicamos en este post una más que razonable autocensura.

Nos despedimos con una foto de casi todo el grupo y con muchas ganas de hacer otra salida muy pronto!